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Magisterio sobre amor, matrimonio y familia <br /> <b>Warning</b>: Undefined variable $titulo in <b>/var/www/vhosts/enchiridionfamiliae.com/httpdocs/cabecera.php</b> on line <b>29</b><br />
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[1441] • JUAN PABLO II (1978-2005) • LA FAMILIA CRISTIANA, CUSTODIO Y TRANSMISORA DE LOS VALORES RELIGIOSOS

De la Homilía en la Misa de la clausura del Congreso Eucarístico Diocesano, Udine (Italia), 3  mayo 1992

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5. A lo largo de los siglos la familia cristiana ha sido depositaria y vehículo de los valores religiosos que han caracterizado vuestra cultura, contribuyendo a templar el carácter del pueblo friuliano y a defender su existencia en medio de las vicisitudes de la historia. La fe que ha sostenido a vuestros antepasados nos reúne esta tarde alrededor del altar. “Una familia, una Iglesia”. ¿Acaso no es éste el lema del cuarto congreso eucarístico diocesano, que termina precisamente hoy? Han pasado veinte años desde que mi predecesor, el Papa Pablo VI, vino a Udine con ocasión del congreso eucarístico nacional, cuyo tema era “Eucaristía e Iglesia local”. Entre estos dos solemnes congresos eclesiales hay una continuidad providencial. El sacramento eucarístico, que construye la unidad de la Iglesia, “Cuerpo místico de Cristo”, construye también la unidad de la familia, “pequeña Iglesia doméstica”, en la que quienes se casan en Cristo ya “no son dos, sino una sola carne” (Mt 19, 6). De aquí que haya sido elegido oportunamente el tema de la familia para el plan pastoral diocesano, resultado del quinto sínodo de Udine, que concluyó después de un camino sinodal de cinco años, es decir, desde 1983 hasta 1988.

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6. ¡Familias friulianas, no tengáis miedo de ser cristianas! Es más, estad orgullosas de vuestras raíces religiosas. Permaneced firmes en la fe que habéis heredado de vuestros padres y que es la base de los valores típicos de Friuli: el amor a la casa, la educación de los hijos, el cuidado de los ancianos, el compromiso laboral, el amor a vuestra tierra, a vuestra cultura, a vuestra lengua y a vuestras tradiciones. Sólo Dios puede asegurar un futuro a las familias: “Si el Señor no construye la casa, en vano se afanan los constructores” (Sal 127, 1). Volved a descubrir lo que Dios dice de vosotras, queridas familias friulianas, o sea, lo que representáis para Él. Aprendedlo, poniéndoos a la escucha de su palabra. Volved a descubrir el don de amaros en el vínculo sagrado del matrimonio. No privéis a Friuli del inmenso potencial de bien de que sois depositarias. Amad vuestro hogar; ser celosas del “hogar friuliano”, para que Friuli viva realmente. Sois las primeras células vivificantes desde las que se pueden entablar relaciones de auténtica humanidad en la vida social. Familias friulianas, volved a la Eucaristía para descubrir en este misterio de amor la fuente y el modelo del amor conyugal y familiar y el valor de la vida. A la luz de la Eucaristía y con la fuerza de este sacramento podréis realizar el proyecto evangélico de la familia, que hace suya la “lógica del don”, de la fidelidad conyugal, de la solidaridad y la sobriedad y que, sobre todo, está abierta a la vida. Friulianos, volved a la vida, amad la vida, abrid vuestras casas a la vida. Creced en ellas como en “pequeñas iglesias”, en “iglesias domésticas” en las que se reza juntos y en las que se forma a los hijos en la vida cristiana con la palabra y el ejemplo de los padres, y en las que se educa mutuamente en la libertad auténtica, el sacrificio y el servicio recíproco. Si estáis animados por este espíritu de fe, de caridad y de piedad, vuestros hijos podrán vivir una verdadera experiencia vocacional y abrirse a la vida con confianza y esperanza. Numerosas vocaciones a la vida consagrada y al sacerdocio florecerán nuevamente entre nosotros. Friulianos, construid vuestra comunidad eclesial y social como “familia de familias”. Creced en la solidaridad recíproca, sobre todo para apoyar a los esposos que se encuentran en dificultad. Asumid vuestras responsabilidades en el seno de la comunidad parroquial como protagonistas de la acción pastoral. Cumplid vuestra misión en la comunidad de los hombres. Proteged, revelad y transmitid el amor “como reflejo vivo y participación real del amor de Cristo Señor por la Iglesia, su esposa” (Familiaris consortio, 17).

[OR (e. c.), 22.V.1992, 14]